LOS 3 ERRORES MÁS COMUNES COMETIDOS AL EMPEZAR A ESCRIBIR


 Nadie nace enseñado. Todos hemos aprendido a leer y escribir en la escuela, incluso nos han enseñado reglas básicas de redacción. Como en la caligrafía y en la gramática, en los comienzos de la narrativa es sencillo cometer fallos muy elementales. Al igual que con el tiempo aprendiste a escribir sin (apenas) faltas de ortografía, con el tiempo puedes mejorar el estilo de tus textos. Observa estos tres errores al escribir en los que todo narrador ha caído en sus inicios y comienza a detectarlos.

 1. Variar el tiempo de la narración

Comienzas a escribir, te entusiasmas, te metes en la historia, te apasionas, las palabras acuden a ti como un torrente, no puedes parar de escribir, las escenas se agolpan, los acontecimientos se suceden… en algún momento has pasado de contar tu historia en tiempo pasado a tiempo presente. O al revés. O a ratos en uno o en otro tiempo, según tu inmersión en el relato.

Es muy corriente que suceda esto, no te preocupes. En fases avanzadas de escritura incluso se puede utilizar como recurso narrativo (escribiré un post sobre esto cuando hable del tiempo narrativo y los puntos de vista).

También es frecuente cambiar la persona gramatical del narrador: comienzas contando la historia en tercera persona (él hacía) y pasas a contarla en primera persona (yo hacía).

De nuevo te aconsejo que no detengas ese estado de creatividad torrencial para subsanar este error. Para eso está la revisión, pero debes tomar conciencia del problema cuando corrijas. Con la práctica dejarás de saltar de un tiempo verbal a otro y a ser más consciente de tu propia voz narrativa, así como de la voz del narrador.

Recuerda: debes tener en cuenta el tiempo verbal con que empiezas a narrar y la persona gramatical del narrador.

2. No explicar lo suficiente

Un error de escritor novato que pasa desapercibido para cualquiera surge a la hora de presentar elementos desconocidos o inventados, y descripciones de mundos o lugares.

Si tienes que responder a tus lectores «es que yo aquí quería mostrar…», mal vamos. Al lector no le importa tu intención, sino lo que hay plasmado en el texto.

Para estos casos, los lectores beta son una excelente ayuda. Pídeles sinceridad y pregúntales si han entendido conceptos extraños, difíciles de entender o descripciones de lugares.

Por ejemplo, para mi última novela, Aeteria, creé el concepto de atria, una especie de portal de luz que conectaba mundos distintos. Al finalizar las lecturas cero, pregunté a mis lectoras cómo se imaginaban un atria y qué creían que era. También les pregunté cómo se habían imaginado paisajes que yo había descrito. Así descubrí fallos en mi forma de plantear la información.

Como ves, su ayuda puede ser una buena guía para ver si vas por el camino correcto. No es tan fácil plasmar en un texto las ideas que tenemos sobre algo.

Y siempre ten en cuenta si lo que explicas es necesario para la historia y si tienes que dar tantos detalles. Deja también que el lector saque sus propias conclusiones y dé rienda suelta a la imaginación, no se lo des todo mascado.

3. Exceso de adverbios acabados en “-mente”

Qué sencillo es abusar de los adverbios terminados en “-mente”. Es cómodo, práctico, eficiente… y feo. Delatan dos rasgos principales de un escritor que no le hacen quedar en buen lugar:

-Escritor novato, con poca práctica en el dominio del lenguaje y sus normas
-Escritor perezoso, que no revisa a fondo el texto

No estoy diciendo que estos adverbios sean feos e ineficientes. Lo que es malo es la repetición constante de los “obviamente, cabalmente, constantemente, realmente, simplemente…”. Observa la cantidad de ellos que utilizas. Si en un mismo párrafo o en párrafos seguidos has usado dos o tres, seguro que puedes sustituir algún “desgraciadamente” en un “por desgracia…”

Puedes escribir tantos “-mente” como quieras cuando estés creando. Ayuda a avanzar porque es el recurso fácil, no te obliga a detenerte para buscar una frase mejor y así puedes continuar tu vorágine creativa. Pero después, en la fase de revisión, fíjate cuántos de ellos puedes eliminar.

Ahora que ya sabes cuales son los errores más comunes, trata de evitarlos y mejora tu escritura.
Recuerda, es normal equivocarse, lo importante es qué hacemos para solucionar nuestros errores.






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